Tiempo de Pascua Semana de Pascua Laudes Miércoles de Pascua Del Propio del tiempo. 4 de abril

Tiempo de Pascua

Semana de Pascua

Laudes
Miércoles de Pascua

Del Propio del tiempo.

4 de abril

OREMOS  HOY: POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO,   Por La Paz en  Venezuela

OREMOS  HOY: Por los Países que Ayudan a los Venezolanos que han Emigrado 

POR Su Cumpleaños A: Fr. 

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant  Verdaderamente ha resucitado el Señor, Aleluya. 

–Salmo 94–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Se repite la antífona

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras

Se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.«

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

Ant  Verdaderamente ha resucitado el Señor, Aleluya. 

HIMNO 

Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.

Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán, él el primero
entró en la luz de eternas claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.

Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.

Jesús, presente y vivo en tus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce al caminar de nuestras vidas
por el sendero de vivir ya redimidas.

Recibe, Padre Santo, la alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido por tu Espíritu clemente. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.

– Salmo 62 –

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti; 
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario 
viendo tu fuerza y tu gloria! 
Tu gracia vale más que la vida, 
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos, 
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti 
y velando medito en ti, 
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.

Ant. 2 Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.

Cántico.
Dn. 3,57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas bendecid al Señor;
témpanos y hielos, beendecid al Señor.

Escarchas y nieve, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, 
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; 
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor; 
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, 
alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2 Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.

Ant. 3 Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.

-Salmo 149-

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador, 
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo 
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria 
y canten jubilosos en filas: 
con vítores a Dios en la boca 
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos 
y aplicar el castigo a las naciones, 
sujetando a los reyes coa argollas, 
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada 
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.

LECTURA BREVE  Rm 6, 8-11

Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios. Así también, considerad vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en unión con Cristo Jesús.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De una Homilía pascual de un autor antiguo
(Sermón 35, 6-9: PL 17 [edición 1879], 696-697)

 

 

CRISTO AUTOR DE LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA


El apóstol Pablo, recordando la dicha de la salvación restaurada, exclama: Del mismo modo que por Adán la muerte entró en el mundo, así también por Cristo ha sido restablecida la salvación en el mundo; y también: El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo es del cielo.

Y aun añade: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, esto es, del hombre viejo, pecador, seremos también imagen del hombre celestial, esto es, del reconocido por Dios, del redimido, del restaurado. Esforcémonos, por tanto, en conservar la salvación que nos viene de Cristo, ya que el mismo Apóstol dice: Primero, Cristo, esto es, el autor de la resurrección y la vida; después, los de Cristo, esto es, los que, imitando el ejemplo de su vida íntegra, tendrán una esperanza cierta, basada en la resurrección del Señor, de la futura posesión de la misma gloria celestial que él posee, como dice el mismo Señor en el Evangelio: El que me sigue no perecerá, sino que pasará de la muerte a la vida.

Así, pues, la pasión del Salvador es la salvación de la vida humana. Para esto quiso morir por nosotros, para que nosotros, creyendo en él, viviéramos para siempre. Quiso hacerse como nosotros en el tiempo, para que nosotros, alcanzando la eternidad que él nos promete, viviéramos con él para siempre.

Éste, digo, es aquel don gratuito de los misterios celestiales, esto es lo que nos da la Pascua, esto significa la ansiada solemnidad anual, éste es el principio de la nueva creación.

Por esto los neófitos que la santa Iglesia ha dado a luz mediante el baño de vida hacen resonar los balidos de una conciencia inocente con sencillez de recién nacidos. Por esto unos castos padres y unas madres honestas alcanzan por la fe una nueva e innumerable progenie.

Por esto, bajo el árbol de la fe, brilla el resplandor de los cirios en la fuente bautismal inmaculada. Por esto los que han nacido a esta nueva vida son santificados con el don celestial y alimentados con el solemne misterio del sacramento espiritual.

Por esto la comunidad de los fieles, alimentada en el regazo maternal de la Iglesia, formando un solo pueblo, adora al Dios único en tres personas, cantando el salmo de la festividad por excelencia: Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo.

¿De qué día se trata? De aquel que nos da el principio de vida, que es el origen y el autor de la luz, esto es, el mismo Señor Jesucristo, quien afirma de sí mismo: Yo soy el día; quien camina de día no tropieza, esto es, quien sigue a Cristo en todo llegará, siguiendo sus huellas, hasta el trono de la luz eterna; según aquello que él mismo pidió al Padre por nosotros, cuando vivía aún en su cuerpo mortal: Padre, quiero que todos los que han creído en mí estén conmigo allí donde yo esté; para que, así como tú estás en mí y yo en ti, estén ellos en nosotros.

 

RESPONSORIO BREVE

Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.  Empezando por Moisés y contunuando por todos los profetas, Jesús les fue explicando todos los pasajes de la Escritura que a él se referían. Aleluya.

Cántico de Zacarías  Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.  Empezando por Moisés y contunuando por todos los profetas, Jesús les fue explicando todos los pasajes de la Escritura que a él se referían. Aleluya.

PRECES.

Oremos a Cristo, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación, y aclamémoslo, diciendo:

Por tu victoria, sálvanos, Señor.

Salvador nuestro, Señor Jesús, que con tu victoria sobre la muerte nos has alegrado y con tu resurrección nos has exaltado y nos has enriquecido,

ilumina hoy nuestras mentes y santifica nuestra jornada con la gracia de tu Espíritu Santo.

Tú que en el cielo eres glorificado por los ángeles y en la tierra eres adorado por los hombres,

recibe la adoración que en espíritu y verdad te tributamos en estas fiestas de tu resurrección.

Sálvanos, Señor Jesús, muestra tu amor  y tu misericordia al pueblo que confía en tu resurrección

y, compadecido de nosotros, defiédenos hoy de todo mal.

Rey de la gloria y vida nuestra, haz que, cuando te manifiestes al mundo,

podamos aparecer también nosotros juntamente contigo en la gloria.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres

Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro maestro:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Dios nuestro, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos que la celebración de estas fiestas aquí en la tierra nos lleve a gozar de la eterna alegría en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

 

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DOMINGO   DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR 

DOMINGO   DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (Rojo)

DOMINGO DE RAMOS

Año B

EN LA PROCESIÓN DE RAMOS

 

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     11, 1-10

Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Qué están haciendo?», respondan: «El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida.»»
Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?»
Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!»

Palabra del Señor.

O bien a elección:

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     12, 12-16

La gran multitud que había venido para la fiesta, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén. Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo:
«¡Hosana!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor,
el rey de Israel!».
Al encontrar un asno, Jesús montó sobre él, conforme a lo que está escrito:
No temas, hija de Sión;
ya viene tu rey,
montado sobre la cría de un asna.
Al comienzo, sus discípulos no comprendieron esto. Pero cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de Él.

Palabra del Señor.

MISA

La misa de este domingo incluye tres lecturas, cuya proclamación mucho se recomienda, a no ser que razones pastorales aconsejen lo contrario.
Teniendo en cuenta la importancia de la lectura de la pasión del Señor, está permitido al sacerdote, en vista de las necesidades de cada comunidad, elegir una sola de las lecturas que preceden al Evangelio, o leer únicamente la historia de la Pasión, también en forma abreviada, si fuera necesario. Esto vale exclusivamente para las misas celebradas con el pueblo.

No retiré mi rostro cuando me ultrajaban,
pero sé muy bien que no seré defraudado

Primera lectura

Lectura del Profeta Isaías 50, 4-7

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.

Salmo

Sal. 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme se burlan de mí, 
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; 
que lo libre si tanto lo quiere.»

Me acorrala una jauría de mastines, 
me cerca una banda de malhechores:
me taladran las manos y los pies, 
puedo contar mis huesos.

Se reparten mi ropa, 
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; 
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo, 
linaje de Jacob, glorificadlo, 
temedlo, linaje de Israel.

Segunda lectura

Se anonadó a sí mismo. Por eso, Dios lo exaltó

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomo la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre sobre todo nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble –en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo–, y toda lengua proclame: «¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Flp 2, 8-9

Cristo se humilló por nosotros hasta aceptar por obediencia la muerte,
y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.

Evangelio del día

En los lugares en que pareciere oportuno, durante la lectura de la Pasión se pueden incorporar aclamaciones.

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14, 1–15, 47

Buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte

[C. Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los letrados pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:
S. –No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.
C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. Algunos comentaban indignados:
S. –¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres.
C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:
J. –Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta.
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. El andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
S. –¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
C. –El envió a dos discípulos diciéndoles:
J. –Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?» Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.
C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo dijo Jesús:
J. –Os aseguro, que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo.
C. –Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S. –¿Seré yo?
C. Respondió:
J. –Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del Hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!
C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronuncio la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
J. –Tomad, esto es mi cuerpo.
C. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron.
Y les dijo:
J. –Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro, que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.
C. Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos. Jesús les dijo:
J. –Todos vais a caer, como está escrito: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.» Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.
C. Pedro replicó:
S. –Aunque todos caigan, yo no.
C. Jesús le contestó:
J. –Te aseguro, que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.
C. Pero él insistía:
S. –Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
C. Y los demás decían lo mismo. Fueron a una finca, que llaman Getsemaní y dijo a sus discípulos:
J. –Sentaos aquí mientras voy a orar.
C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
J. –Me muero de tristeza: quedaos aquí velando.
C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
J. –¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mi ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
C. Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
J. –Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo:
J. –Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S. –Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto.
C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
S. –¡Maestro !
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
J. –¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras.
C. Y todos lo abandonaron y huyeron.
Lo iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en una sábana; y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los letrados y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra él diciendo:
S. –Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres.»
C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
S. –¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo preguntándole:
S. –¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C. Jesús contestó:
J. –Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.
C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
S. –¿Qué falta hacen más testigos ? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decidís?
C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S. –Haz de profeta.
C. Y los criados le daban bofetadas. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo:
S. –También tú andabas con Jesús el Nazareno.
C. El lo negó diciendo:
S. –Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.
C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. –Este es uno de ellos.
C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato también los presentes dijeron a Pedro:
S. –Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.
C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
S. –No conozco a ese hombre que decís.
C. Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.]
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:
S. –¿Eres tú el rey de los judíos?
C. El respondió:
J. –Tú lo dices.
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato le preguntó de nuevo:
S. –¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan. 
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. –¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
C. Pues sabia que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. –¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos ?
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. –Crucifícalo.
C. Pilato les dijo:
S. –Pues ¿qué mal ha hecho?
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. –Crucifícalo.
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. –¡Salve, rey de los judíos !
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz.
Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.»
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. –¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.
C. Los sumos sacerdotes, se burlaban también de él diciendo:
S. –A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Al llegar el mediodía toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
J. –Eloí Eloí, lamá sabactaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. –Mira, está llamando a Elías.
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. –Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Todos se arrodillan y se hace una pausa.

El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. –Realmente este hombre era Hijo de Dios.
[C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé, que cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el Reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto.
Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían.

Leer el comentario del Evangelio por San Andrés de Creta (660-740), monje y obispo
Sermón para el día de Ramos; PG 97, 1002

«Bendito el que viene en nombre del Señor, Dios de Israel» (Jn 12,13)

Ten ánimo, hija de Sión, no temas: «He aquí que viene a ti tu rey: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna». Viene, el que está presente en todo y llena el universo, viene a ti para realizar en ti la salvación para todos. Viene el que «no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan», para hacer salir del pecado a los que se han extraviado. No temas pues: «Dios está en medio de ti, eres inquebrantable». Levantando las manos acoge al que con sus manos ha dibujado tus murallas. Acoge al que ha asumido en sí mismo todo lo que es nuestro, excepto el pecado, para allegarnos hasta él… Alégrate, hija de Jerusalén, canta y danza de alegría… «Resplandece, porque viene tu luz, y la gloria del Señor se levanta sobre ti»

     ¿Cuál es esta luz? «La que ilumina a todo hombre que viene al mundo»: la luz eterna… aparecida en el tiempo; luz manifestada en la carne y escondida por su naturaleza; luz que envuelve a los pastores y conduce a los magos; luz que estaba en el mundo desde el principio, por quien el mundo se hizo y que el mundo no ha reconocido; luz que vino a los suyos y los suyos no la recibieron.

Y ¿cuál es la gloria del Señor? Sin ninguna duda es la cruz sobre la cual Cristo ha sido glorificado, él, el esplendor de la gloria del Padre. Él mismo lo dijo al acercarse su pasión: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él y le glorificará pronto». La gloria de la que habla aquí, es su subida a la cruz. Sí, la cruz es la gloria de Cristo y su exaltación. Dijo: «Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí».

     Referencias bíblicas: Za 9,9; Lc 5,32; Ps 45,6; Is 60,1; Jn 1,9-11; He 1,3; Jn 13,31-32; Jn 12,32)

LA GRACIA del Domingo 25 de Marzo de 2018

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OFICIO DIVINO DOMINGO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR O DE RAMOS Propio del Tiempo 25 de marzo

OFICIO DIVINO

DOMINGO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR O DE RAMOS
Propio del Tiempo

25 de marzo

OREMOS  HOY: POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO,   Por La Paz en  Venezuela

OREMOS  HOY: Por los Países que Ayudan a los Venezolanos que han Emigrado 

POR Su Cumpleaños A: Fr. 

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid adorémosle. +

–Salmo 94–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Se repite la antífona

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.«

Se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.«

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

 

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid adorémosle

Himno: EL PUEBLO QUE FUE CAUTIVO

El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.

Viene con aire festivo
para enramar tu victoria, 
y no te ha visto en su historia.
Dios de Israel, más cercano:
ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.

¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: «¡Hosanna!», y haceos
como los niños hebreos
al paso del Redentor,
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre de Señor! Amén.

SALMODIA

Ant. 1 El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: “Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.”

– Salmo 117 – – HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

Dad gracias al Señor porque es bueno, 
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: 
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor: 
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor, 
y me escuchó poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo; 
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia, 
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor 
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor 
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban, 
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco, 
en el nombre del Señor los rechacé; 
me rodeaban como avispas, 
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme, 
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía, 
él es mi salvación,

Escuchad : hay cantos de victoria 
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa, 
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré 
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor, 
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo, 
y entraré para dar gracias al Señor.

Ésta es la puerta del Señor: 
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos 
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, 
ha sido un milagro patente.

Este es el día en que actuó el Señor: 
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación; 
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor; 
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos 
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias; 
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno, 
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al Señor: “Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.”

 

Ant. 2 Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: “Hosanna en el cielo.”

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines 
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo: 
a ti honor y alabanza por los siglos.

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: «Hosanna en el cielo.«

 

Ant. 3 Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.

 

– Salmo 150 –  ALABAD AL SEÑOR.

Alabad al Señor en su templo, 
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas, 
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas, 
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas, 
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros, 
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas.

LECTURA BREVE Za 9, 9

Alégrate hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.


De las Disertaciones de San Andrés de Creta, obispoSEGUNDA LECTURA

 

De las Disertaciones de San Andrés de Creta, obispo
(Disertación 9, Sobre el domingo de ramos: PG 97, 990-994)

 

BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL.

 

Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.

Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros que yacíamos postrados.

Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará -dice la Escritura-, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada suntuosa.

Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.

Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.

Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra naturaleza, hasta la cual se había abajado Impregnándose de ella; sin embargo, no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.

Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de túnicas.

Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.

Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel.

 

RESPONSORIO BREVE

V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria diciendo: «Bendito eres, Señor.»

Cántico de Zacarías.  EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, 
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria diciendo: «Bendito eres, Señor.«

PRECES.

Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las multitudes como rey y mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna a ti, Hijo de David y rey eterno;

hosana a ti, vencedor de la muerte y del mal.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entra así en la gloria,

conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.

Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores,

conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te aman.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres

Unidos fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo con toda confianza:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com

 

 

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OFICIO DIVINO TIEMPO DE CUARESMA JUEVES DE LA SEMANA V Propio del Tiempo. Salterio I 22 de marzo

OFICIO DIVINO

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I

22 de marzo

OREMOS  HOY: POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO,  por la Paz Mundial Por Venezuela

Por los Venezolanos que han Emigrados Buscando como ayudar

POR Su Cumpleaños A: Fr.

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

–Salmo 99–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Se repite la antífona

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

 

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

 

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

HIMNO: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú que hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados …
Pero ¿cómo te digo que me esperes
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Despertad, cítaras y arpas; despertaré a la aurora.

– Salmo 56 –

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a las sombras de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada:

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
Despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Despertad, cítaras y arpas; despertaré a la aurora.

 

Ant. 2 «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

Cántico
Jr. 31,10-14

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
» el que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescato de una mano más fuerte.»

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
a los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozará los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes
con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

 

Ant. 3 Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

– Salmo 47 –

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
+ su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:

El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.

Mirad : los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;

Allí los agarró un temblor
y dolores como de partos;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad de Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.

¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;

Tu diestra está llena e justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.

Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos baluartes,
observad sus palacios,

para poder decirles a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

LECTURA BREVE  Hb 2, 9b-10

Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas , llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.

SEGUNDA LECTURA

 

 

De la Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo
(Núm. 9)

 

LA IGLESIA, SACRAMENTO VISIBLE DE LA UNIDAD SALUTÍFERA

Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-.

Pacto nuevo que estableció Cristo, es decir, el nuevo Testamento en su sangre, convocando un pueblo de entre los judíos y los gentiles, que se condensara en unidad no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera un nuevo pueblo de Dios.

Pues los que creen en Cristo -renacidos de germen no corruptible, sino incorruptible, por la palabra de Dios vivo, no de la carne, sino del agua y del Espíritu Santo- son hechos por fin linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios; aquellos que en otro tiempo no eran pueblo y son ahora pueblo de Dios.

Ese pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación y, habiendo conseguido un nombre que está sobre todo nombre, reina ahora gloriosamente en los cielos.

Poseen los que forman este pueblo la dignidad y libertad de los hijos de Dios, y en sus corazones habita el Espíritu Santo como en un templo.

Tienen por ley el mandato de amar como el mismo Cristo nos amó.

Tiene, últimamente, este pueblo como fin la dilatación del reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que sea consumado por él mismo al fin de los tiempos, cuando se manifieste Cristo, nuestra vida, y la creación misma se vea liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Aquel pueblo mesiánico, por tanto, aunque de momento no contenga a todos los hombres y muchas veces aparezca como una pequeña grey, es, sin embargo, el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano.
Constituido por Cristo en orden a la comunión de vida, de caridad y de verdad, es empleado también por él como instrumento de la redención universal y es enviado a todo el mundo como luz del mundo y sal de la tierra.

Así como el pueblo de Israel según la carne, cuando peregrinaba por el desierto, fue llamado ya alguna vez Iglesia de Dios, así el nuevo Israel, que va avanzando en este mundo hacia la ciudad futura y permanente, es llamado también Iglesia de Cristo, porque él la adquirió con su sangre, la llenó de su Espíritu y la proveyó de medios aptos para una unión visible y social.

La congregación de todos los creyentes, que miran a Jesús como autor de la salvación y principio de la unidad y de la paz, es la Iglesia convocada y constituida por Dios para que sea sacramento visible de esta unidad salutífera para todos y cada uno.

RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador
R. Él me librará de la red del cazador

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Decía Jesús a los judíos y a los príncipes de los sacerdotes: «El que procede de Dios da oídos a las palabras de Dios. Por eso no las escucháis vosotros, porque no sois de Dios.»

Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Decía Jesús a los judíos y a los príncipes de los sacerdotes: «El que procede de Dios da oídos a las palabras de Dios. Por eso no las escucháis vosotros, porque no sois de Dios.»

PRECES.

Glorifiquemos a Cristo, nuestro Señor, que resplandece como luz del mundo para que siguiéndolo no caminemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida, y digámosle:

Que tu palabra, Señor, sea luz para nuestrospasos

Cristo, amigo de los hombres, haz que sepamos progresar hoy en tu imitación,

para que lo que perdimos por culpa del primer  Adán lo recuperemos en el segundo.

Que tu palabra sea siempre luz en nuestro sendero,

para que, realizando siempre la verdad en el amor,  hagamos crecer todas las cosas en ti

Enséñanos, Señor, a trabajar por el bien de todos los hombres,

para que así, por nuestra acción, la Iglesia ilumine a toda la sociedad humana.

Que por nuestra sincera conversión crezcamos en tu amistad

y expiemos las faltas cometidas contra tu bondad  y tu sabiduría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Señor, atiende a nuestras súplicas y concédenos tu protección, ya que hemos puesto toda nuestra esperanza en tu misericordia; purifícanos de toda mancha de pecado y haz que nos mantengamos en una vida santa, para que lleguemos a recibir la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com 

 

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Laudes Sábado IV de Cuaresma Salterio IV Propio del Tiempo. Salterio IV 17 de marzo

Laudes
Sábado IV de Cuaresma

Salterio IV

Propio del Tiempo. Salterio IV

17 de marzo

OREMOS HOY:  POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO, Por Venezuela

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

–Salmo 99–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Se repite la antífona

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.

Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.

Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza 
más flaqueza que el pecar.

Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos,
y tomad estos pecados.

Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;

y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.

Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

– Salmo 91 –  ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.

Es bueno dar gracias al Señor 
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia 
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes 
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría, 
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor, 
qué profundos tus designios!. 
El ignorante no los entiende 
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados 
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor, 
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán, 
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo 
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos, 
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera 
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor, 
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto 
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo, 
que en mi roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

 

Ant. 2 Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.

Cántico: DIOS RENOVARÁ A SU PUEBLO Ez. 36, 24-28

Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países 
y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura 
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías 
os he de purificar; 
y os daré un corazón nuevo, 
y os infundiré un espíritu nuevo; 
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu, 
y haré que caminéis según mis preceptos, 
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo 
y yo seré vuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 2 Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.

 

Ant. 3 De la boca de los niños de pecho,  Señor, has sacado una alabanza.

– Salmo 8 –  MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.

Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre 
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho 
has sacado una alabanza contra tus enemigos, 
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos; 
la luna y las estrellas que has creado, 
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles, 
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos, 
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros, 
y hasta las bestias del campo, 
las aves del cielo, los peces del mar, 
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro, 
¡qué admirable es tu nombre 
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 De la boca de los niños de echo,  Señor,  has sacado una alabanza.

LECTURA BREVE  Is 1, 16-18

«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»

Concilio Vaticano II Constitución dogmática sobre la Iglesia en el mundo actual «Gaudium et spesSEGUNDA LECTURA

 

De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 37-38)

TODA LA ACTIVIDAD DEL HOMBRE HA DE SER PURIFICADA POR EL MISTERIO PASCUAL

La sagrada Escritura, con la cual está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, altamente beneficioso para el hombre, también encierra, sin embargo, una gran tentación; pues los individuos y las colectividades, si llega a quedar subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo ajeno. Con lo cual el mundo no es ya el ámbito de una auténtica fraternidad, al tiempo que el poder creciente de la humanidad amenaza con destruir al propio género humano.

Si nos preguntamos cómo es posible superar tan deplorable calamidad, debemos-saber que la respuesta cristiana es la siguiente: hay que purificar y perfeccionar por la cruz y resurrección de Cristo todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y del egoísmo, corren diario peligro.

El hombre, redimido por Cristo y hecho en el Espíritu Santo nueva creatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe, y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios.

Dando gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las creaturas con pobreza y libertad de espíritu, el hombre entra de veras en posesión del mundo, como quien nada tiene y es dueño de todo. Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho él mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y constituyéndose él mismo como centro y cabeza de todas las cosas. Es él quien nos revela que Dios es amor, a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor.

Así, pues, a los que creen en el amor divino les da la certeza de que el camino del amor está abierto para el hombre, y que el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal no es una utopía. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria.

Él, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo echan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.

Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.

Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: pues mientras llama a unos para que den un manifiesto testimonio, por medio de su ardiente anhelo de la morada celestial, y conserven así vivo este anhelo en medio de la humanidad, a otros los llama para que se dediquen al servicio temporal de esa humanidad, y preparen así el material del reino de los cielos.

A todos, sin embargo, los libera, para que, con la abnegación propia y por el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, proyecten su preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a ser una ofrenda acepta a Dios.

RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jamás hombre alguno ha hablado como éste.

Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, 
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jamás hombre alguno ha hablado como éste.

PRECES.

Demos gracias siempre y en todo lugar a Cristo,nuestro Salvador, y supliquémosle, diciendo:

Ayúdanos, Señor, con tu gracia.

Concédenos guardar sin mancha nuestros cuerpos,

para que el Espíritu Santo pueda habitar en ellos.

Desde el comienzo del día acrecienta en nosotros el amor a nuestros hermanos

y el deseo de cumplir tu voluntad en todas las acciones de esta jornada.

Danos hambre del alimento que perdura y da vida eterna,

y que tú diariamente nos proporcionas.

Que interceda por nosotros tu santísima Madre, refugio de pecadores,

para que obtengamos el perdón de nuestros pecados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
Pidamos al Padre que nos libre de todo mal, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Señor, que tu amor misericordioso dirija siempre nuestros deseos y actividades, pues sabemos que sin tu ayuda no podemos complacerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com

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San Patricio, apóstol de Irlanda 17 Marzo Hoy celebra la Iglesia la festividad de San Patricio, patrón de Irlanda.

 

San Patricio, apóstol de Irlanda

Hoy celebra la Iglesia la festividad de San Patricio, patrón de Irlanda. Intentar escribir sobre este Santo es cosa harto difícil, porque es mucho lo publicado sobre él y hacerlo en un solo artículo raya el atrevimiento, pero por falta de espacio, tendrá que ser sólo uno, aunque quizás algo más largo de lo habitual en mí.

San Patricio nació en la Britania romana, posiblemente en Kilpatrich, en lo que hoy es Escocia, en el año 385, siendo sus padres unos cristianos que pertenecían a la sociedad romanizada de aquella provincia, donde aún abundaban otras muchas tribus y otros muchos cultos. Su padre se llamaba Calpurnio y era hijo del diácono Potito, siendo decurio –oficial del ejército- en una localidad llamada Bannavem Tabernie. El mismo San Patricio nos dice que su padre fue ordenado como sacerdote en su vejez. Su madre se llamaba Conchessa y, según la tradición, era familia de San Martín de Tours. Patricio se crió muy bien, despreocupándose de sus estudios y de las prácticas religiosas y, como él mismo dice, “ignorando al Dios vivo”.

Con dieciséis años de edad cayó en las manos de unos piratas irlandeses y, junto con otros muchos, fue vendido como esclavo a un cacique llamado Milchu, que a su vez era sacerdote druida. Milchu lo dedicó al cuidado de su ganado y así, en la soledad de los bosques y de los montes, encontró a Dios y se dedicó a llevar una vida austera y de oración. En los seis años que estuvo de esclavo aprendió la lengua céltica y las costumbres druidas y, una vez transcurridos esos años, una noche en sueños, una voz le anunciaba su liberación y le comunicaba el camino a seguir para coger un barco que lo devolvería a su patria. Así que abandonó a su dueño y, recorriendo unas doscientas millas, en Wesport cogió una barcaza y se embarcó. La travesía duró tres días y al final desembarcaron en un lugar que le era desconocido, probablemente en las Galias. Junto con sus compañeros de viaje caminó durante veintiocho días, durante los cuales consumieron los pocos víveres que llevaban y Patricio, empujado por sus compañeros, que eran paganos, imploró la ayuda divina y encontraron una manada de cerdos.

No se sabe ni cómo ni cuándo abandonó a sus compañeros, pero regresó a su casa, reuniéndose con su familia. Una noche soñó que los irlandeses lo reclamaban e interpretó este sueño como una vocación al apostolado en Irlanda, un país que era totalmente pagano, por lo que decidió hacerse sacerdote y convertirse en misionero en Irlanda. Según algunos hagiógrafos irlandeses del siglo VII, Patricio se fue a las Galias y estudió bajo la dirección de San Germán de Auxerre, quien lo ordenó de diácono. Aunque él seguía con su empeño de marchar a Irlanda, sus superiores dudaban de su capacidad.

En el año 431, el diácono Paladio fue consagrado por San Celestino I como obispo de Irlanda y le encargó organizar una diócesis con una pequeña comunidad cristiana existente en el sureste de la isla. Patricio fue propuesto como candidato, pero su candidatura fue rechazada, ya que un amigo suyo reveló un antiguo pecado de juventud que él, en confianza, le había contado. A la noche siguiente de haber recibido esta negativa, tuvo una visión que reavivó en él la fidelidad a su vocación. El obispo Paladio se encontró una fiera oposición por parte de un cacique de Wicklow y, aterrorizado abandonó su ministerio; por lo que San Germán de Auxerre recomendó a Patricio al Papa, y finalmente fue consagrado como obispo de Irlanda, sucesor del obispo Paladio. En los anales irlandeses se dice que su misión se inició en el año 432, pero realmente la fecha exacta no se sabe. Sin embargo, y valga como paréntesis, hay que decir que Paladio no fue el primer obispo que llegó a Irlanda, porque hay un santo de origen irlandés, San Ciaran Saighir el Viejo (352-402) que fue el primer obispo de Ossory.

La historia de cómo fue su misión irlandesa no se puede contar con exactitud, pues es el propio Patricio el que, en su “Confessio”, lo narra de manera muy genérica, y esos anales irlandeses del siglo VII – mencionados antes– aunque conservan algunos datos muy bien documentados, pintan a su héroe de la manera tradicional en la que lo hacen los hagiógrafos literarios, mezclando historia y leyenda. O sea, reflejan las tendencias de las políticas eclesiásticas y seculares de la época, en la que las aspiraciones de los obispos de Armagh reclamaban para sí la sede principal de Irlanda, en base a que había sido fundada por San Patricio. Por otro lado, la dinastía de los Ui Néill -compuesta por un conjunto de familias irlandesas originarias de la provincia de Connacht, que dominó la política irlandesa entre los siglos VI y XVI- quería tener un apóstol a nivel nacional que sirviera para la unificación política de todo el país.

Patricio conocía muy bien la estructura social y política de la isla, que estaba dividida en un gran número de tribus que formaban pequeños estados soberanos. Así que, en sus viajes misioneros por la isla, recurría diplomáticamente a esos reyes, a los que les hacía pequeños regalos personales, para que le autorizaran a predicar el cristianismo en su territorio, garantizándose además una cierta protección personal. El dinero para conseguir esos regalos le era proporcionado por aquellos fieles donde la Iglesia estaba ya más consolidada, o sea, que la propia Iglesia irlandesa se autofinanciaba su extensión. Él también nos dice en su “Confessio” que se proveía con el dinero conseguido mediante la venta de los bienes que había heredado de sus padres. Se sabe que rechazó más de un donativo de algunos fieles que lo que pretendían era comprar prebendas eclesiásticas, o sea, la práctica de la simonía.

Al llegar a un nuevo lugar, procuraba en primer lugar convertir a los reyes y a los nobles, pues así era más fácil la conversión de sus súbditos. Introdujo en Irlanda el monacato occidental, pues en sus escritos hace alardes del gran número de monjes y vírgenes consagradas –tanto nobles como siervos- que iba consiguiendo entre quienes se convertían al cristianismo. Parece que los jóvenes eran más propensos a convertirse que los ancianos y que, en algunas ocasiones, algunos padres se opusieron al bautismo de sus hijos. Él seguía con su labor, porque a donde iba llegando nunca había estado ningún misionero cristiano. A veces encontraba resistencia a su labor misionera entre los druidas, los cuales llegaron incluso a atacarle, y es él mismo quien nos cuenta cómo frecuentemente era perseguido y difamado por ellos, organizando emboscadas y atentados contra él. Llegaron incluso a apresarle, tanto a él como a sus acompañantes.

En la organización de la Iglesia irlandesa, San Patricio siguió el esquema tradicional de Occidente, aunque adaptándolo a aquellas condiciones. Estableció diócesis territoriales, al frente de las cuales ponía a obispos con plena jurisdicción sobre ellas. Probablemente, el territorio de una diócesis era el territorio de una tribu. Como en Irlanda no había ciudades, siguiendo el modelo de San Agustín o de San Germán, alrededor del obispo y su sede creaba monasterios que eran los centros pastorales de aquel distrito. Era un sistema basado en el modo de funcionar de la primitiva Iglesia. Sobre qué tipo de liturgia utilizaba no se sabe nada, aunque lo más probable es que siguiera el rito galicano.

Al principio de su misión se trajo el clero desde las Galias y desde Britania, aunque inmediatamente se esforzó en crear un clero irlandés. Él mismo nos cuenta cómo ordenaba a numerosos sacerdotes indígenas, aunque no menciona nada sobre la consagración de obispos. Son los mencionados hagiógrafos del siglo VII quienes nos dicen que, de entre sus discípulos irlandeses, fueron escogidos los primeros obispos: San Fiacc, como obispo de Sletty, San Loman en Trim, San Guasch en Granard, San Mel en Ardagh, San Mac Carthem, obispo de Clogher; y así hasta más de doscientos obispos consagrados por él mismo. Él seguía viajando, predicando durante algunos años, sin tener una sede fija. Fue más tarde, en el año 444, cuando fundó su sede en Armagh, en el condado que actualmente sigue llevando el mismo nombre.

En el año 439 llegaron a Irlanda tres santos obispos del continente, llamados Secundino, Auxilio e Isernino. No se sabe si esos obispos fueron a ayudarle o si lo hicieron desconociendo la labor de Patricio en la isla; fuera de una forma o de otra, lo cierto es que San Patricio evangelizó el norte y noroeste de Irlanda, San Secundino y San Auxilio pusieron sus sedes en la provincia de Meath y San Isernino se quedó en la provincia de Leinster. Cuando completó su labor en la Irlanda septentrional, San Patricio comenzó a extender su actividad por las regiones centrales y meridionales de la isla, se asociaba con los misioneros que se iba encontrando en aquellos lugares y posteriormente, con Auxilio e Isernino, promulgó los famosos treinta y cuatro cánones del llamado “Sínodo de San Patricio”.

San Patricio siempre se sintió romano aunque viviese “por la caridad de Cristo” en un exilio voluntario en Irlanda. Anhelaba ver su patria natal – Britania– y su patria espiritual –las Galias-, pero su vocación o, cómo el mismo lo llama, “su espíritu” no le permitía abandonar la Iglesia de Dios que con su trabajo había fundado en “las tierras de su esclavitud”. San Patricio murió en Irlanda y, aunque la fecha exacta es incierta, los anales dicen que fue en Sabhall (Downpatrick), el 17 de marzo del año 493, habiendo recibido previamente los últimos sacramentos de manos de San Tassach. Sus restos fueron envueltos en un sudario tejido por Santa Brígida de Kildare y, según unas antiguas crónicas, “durante varios días no se puso el sol para que su luz iluminase el lugar de su descanso”. Fue sepultado a dos millas de Sabhall, en el lugar donde más tarde se construiría la catedral de Down.

San Patricio nos ha dejado dos escritos: la “Confessio” y una “Epístola” (Carta a los soldados de Caroticus). Él mismo nos dice que la “Confessio” la compuso siendo ya anciano, mientras que la fecha de la “Epístola” es incierta, aunque probablemente fue escrita antes que su otra obra. La “Confessio” la escribió en respuesta a ciertos críticos que desde Britania, las Galias e incluso en Irlanda defendían que Patricio no tenía las cualidades intelectuales y morales de un misionero, ya que era un hombre rústico, que no había recibido una educación literaria y retórica profunda. En esa obra, aunque reconoce los pecados de su juventud (vivía “ignorando al Dios Vivo”), insiste en la gracia de su conversión y en su vocación apostólica como respuesta a las sugerencias recibidas del Espíritu Santo. En esta obra da muchos datos autobiográficos, pero realmente, como lo dije anteriormente, lo hace de forma muy genérica, por lo que no es una autobiografía propiamente dicha. Su “Epístola”, es una carta contra un tal Caróticus, que era un regente romanizado de Britania cuyos soldados, en el curso de una expedición armada contra Irlanda, había matado a un numeroso grupo de neófitos que Patricio estaba preparando para recibir el bautismo y a otros los había esclavizado.

Según una leyenda, posiblemente errónea, el obispo Paladio –predecesor de San Patricio– tenía como segundo nombre Patricio; y sobre la base de esta leyenda, algunos estudiosos modernos afirman que la antigua Irlanda había tenido dos evangelizadores llamados Patricio: Paladio Patricio y Patricio de Britania, que con el tiempo, la distinción entre ambos se fue desvaneciendo en el pueblo irlandés, atribuyéndole a una sola persona los actos realizados por los dos. Esta hipótesis, aparentemente, parece plausible; ya que la cronología de San Patricio es algo problemática y es lo que se ha denominado como la “Teoría de los dos Patricios”. Los antiguos hagiógrafos irlandeses defienden que la misión de San Patricio en Irlanda comenzó en el año 432 y que el Santo murió en el 493teniendo la edad de Moisés”, o sea ciento veinte años, luego eso quiere decir que San Patricio tenía sesenta años de edad cuando llegó a Irlanda y allí vivió otros sesenta. Esto no parece muy razonable; y da la impresión de que la intención de estos hagiógrafos es hacer una comparación entre San Patricio y Moisés. Éste es un tema sobre el que se podría escribir bastante, pero a fin de no alargar el artículo, vamos a dejarlo como “una anécdota curiosa”, aunque en realidad, la identidad y la cronología de San Patricio es algo que sigue estudiándose más a fondo.

No se conocen a ciencia cierta los inicios del culto a San Patricio, aunque la diócesis de Armagh se encargó de que fuera reconocido como el apóstol de Irlanda y el fundador de la diócesis, imponiendo en el siglo VIII la llamada “Lex Patricii”, por la cual, todas las demás tenían que pagarle los diezmos, cosa que generalmente fue aceptada. En la “Vita” de Santa Gertrudis de Nivelles (siglo VII), se menciona por primera vez su festividad el 17 de marzo, fiesta que en ese mismo siglo ya era celebrada en toda Irlanda en dicha fecha. A San Secundino, el obispo contemporáneo de San Patricio, se le atribuye un himno en su honor escrito en latín, y existe también otro himno escrito en gaélico que es atribuido a San Fiacc, también contemporáneo suyo. La conmemoración de San Patricio aparece en los códices más antiguos del Martirologio Jeronimiano y en el Martirologio de Beda; y desde éstos, pasaron a los otros martirologios y al Martirologio Romano en el mismo día 17 de marzo.

En el año 650 se llevaron algunas reliquias del Santo a Peronne (Francia) y desde allí se extendió su culto por otros muchos lugares de Europa. El Oficio Litúrgico más antiguo aparece en un misal de Novara del siglo XIII. En el año 1186 las reliquias de San Patricio, Santa Brígida de Kildare y San Columba fueron solemnemente transferidas a la catedral de Down (Downpatrick) en el Ulster, aunque sus reliquias nunca se han encontrado. Actualmente, en Irlanda, se realizan anualmente dos peregrinaciones en honor al santo: una a Croagh Patrick el último domingo de julio, conmemorando una tradición según la cual San Patricio pasó toda una Cuaresma en la cima de este monte; y otra peregrinación a Lough Derg en el condado de Donegal. San Patricio es venerado también por la Iglesia Anglicana, por la Episcopaliana de Estados Unidos y por la Iglesia Ortodoxa, especialmente en el Reino Unido e Irlanda.

Oremos  

Dios todopoderoso, que para dar a conocer tu nombre a los pueblos de Irlanda escogiste al obispo San Patricio, haz que, por su intercesión y sus méritos, los cristianos descubran el sentido misional de la fe y anuncien a los hombres las maravillas de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

San Patricio De Irlanda – Peliculas de Santos

Fuente: preguntasantoral.es

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OFICIO DIVINO (Oración de la mañana) Laudes Jueves IV de Cuaresma Propio del Tiempo. Salterio IV 15 de marzo

 

 

OFICIO DIVINO

(Oración de la mañana)

Laudes
Jueves IV de Cuaresma

Propio del Tiempo. Salterio IV
14 de marzo

OREMOS  HOY: POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO,   Por La Paz en  Venezuela

OREMOS  HOY: Por los Países que Ayudan a los Venezolanos que han Emigrado 

POR Su Cumpleaños A: Fr. 

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

-Salmo 23–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Se repite la antífona

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Himno: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú que hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados …
Pero ¿cómo te digo que me esperes
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.

SALMODIA

Ant. 1 En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

Salmo 142, 1-11  – LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas 
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece, 
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos, 
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos 
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed ti como tierra reseca.

Escúchame enseguida, Señor, 
que me falta el aliento. 
No me escondas tu rostro, 
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia, 
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir, 
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor, 
que me refugio en ti. 
Enséñame a cumplir tu voluntad, 
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno, 
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sáname de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

 

Ant. 2 El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.

Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is. 66,10-14a

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, 
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, 
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados 
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias 
de sus pechos abundantes.

Porque así dice el Señor: 
«Yo haré derivar hacia ella 
como un río la paz,
como un torrente en crecida, 
las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus cristuras 
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo 
y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.

 

Ant. 3 Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

– Salmo 146 -PODER Y BONDAD DEL SEÑOR

Alabad al Señor que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén, 
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados, 
venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas, 
a cada una la llama por su nombre. 
Nuestro Señor es grande y poderoso, 
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes, 
humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonad la acción de gracias al Señor, 
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes, 
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes, 
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado, 
y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos, 
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles, 
que confían en su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

LECTURA BREVE  1R 8, 51a . 52-53a

Nosotros, Señor, somos tu pueblo y tu heredad; que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar todos sus clamores hacia ti. Porque tú nos separaste
para ti como herencia tuya de entre todos los pueblos de la tierra.

 

 

san León Magno, papaSEGUNDA LECTURA

 

De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 15 Sobre la pasión del Señor, 3-4: PL 54, 366-367)

 

MEDITACIÓN SOBRE LA PASIÓN DEL SEÑOR

 

El que quiera venerar de verdad la pasión del Señor debe contemplar de tal manera, con los ojos de su corazón, a Jesús crucificado, que reconozca su propia carne en la carne de Jesús.

Que tiemble la tierra por el suplicio de su Redentor, que se hiendan las rocas que son los corazones de los infieles y que salgan fuera, venciendo la mole que los abruma, los que se hallaban bajo el peso mortal del sepulcro. Que se aparezcan ahora también en la ciudad santa, es decir, en la Iglesia de Dios, como anuncio de la resurrección futura, y que lo que ha de tener lugar en los cuerpos se realice ya en los corazones.

No hay enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a quien no ayude la oración de Cristo. Pues si ésta fue de provecho para los que tanto se ensañaban con él, ¿cuánto más no lo será para los que se convierten a él?

La ignorancia ha sido eliminada, la dificultad atemperada, y la sangre sagrada de Cristo ha apagado aquella espada de fuego que guardaba las fronteras de la vida. La oscuridad de la antigua noche ha cedido el lugar a la luz verdadera.

El pueblo cristiano es invitado a gozar de las riquezas del paraíso, y a todos los regenerados les ha quedado abierto el regreso a la patria perdida, a no ser que ellos mismos se cierren aquel camino que pudo ser abierto por la fe de un ladrón.

Procuremos ahora que la ansiedad y la soberbia de las cosas de esta vida presente no nos sean obstáculo para conformarnos de todo corazón a nuestro Redentor, siguiendo sus ejemplos. Nada hizo él ni padeció que no fuera por nuestra salvación, para que todo lo que de bueno hay en la cabeza lo posea también el cuerpo.

En primer lugar, aquella asunción de nuestra substancia en la Divinidad, por la cual la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, ¿a quién dejó excluido de su misericordia sino al que se resista a creer? ¿Y quién hay que no tenga una naturaleza común con la de Cristo, con tal de que reciba al que asumió la suya? ¿Y quién hay que no sea regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue engendrado? Finalmente, ¿quién no reconoce en él su propia debilidad? ¿Quién no se da cuenta de que el hecho de tomar alimento, de entregarse al descanso del sueño, de haber experimentado la angustia y la tristeza, de haber derramado lágrimas de piedad es todo ello consecuencia de haber tomado la condición de siervo?

Es que esta condición tenía que ser curada de sus antiguas heridas, purificada de la inmundicia del pecado; por eso el Hijo único de Dios se hizo también hijo del hombre, de modo que poseyó la condición humana en toda su realidad y la condición divina en toda su plenitud.

Es, por tanto, algo nuestro aquel que yació exánime en el sepulcro, que resucitó al tercer día y que subió a la derecha del Padre en lo más alto de los cielos; de manera que, si avanzamos por el camino de sus mandamientos, si no nos avergonzamos de confesar todo lo que hizo por nuestra salvación en la humildad de su cuerpo, también nosotros tendremos parte en su gloria, ya que no puede dejar de cumplirse lo que prometió: A todo aquel que me reconozca ante los hombres lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos.

RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador
R. Él me librará de la red del cazador

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. “No es que yo quiera invocar a mi favor declaración alguna, prestada por los hombres; si aduzco ésta, es mirando por vuestra salvación”, dice el Señor.

Cántico de Zacarías . EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, 
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. “No es que yo quiera invocar a mi favor declaración alguna, prestada por los hombres; si aduzco ésta, es mirando por vuestra salvación”, dice el Señor.

PRECES.

Celebremos la bondad de Dios, que por Cristo se reveló como Padre nuestro y digámosle de todo corazón:

Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos.

Concédenos vivir con toda plenitud el misterio de la iglesia,

a fin de que nosotros y todos los hombres encontremos en ella un sacramento eficaz de salvación.

Padre, que amas a todos los hombres, haz que cooperemos al progreso de la comunidad humana

y que en todo busquemos tu reino con nuestros esfuerzos.

Haz que tengamos hambre y sed de justicia

y acudamos a nuestra fuente, que es Cristo, el cual entregó su vida para que fuéramos saciados.

Perdona, Señor, todos nuestros pecados

y dirige nuestra vida por el camino de la sencillez y de la santidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Padre lleno de amor, concédenos que, purificados por la penitencia y santificados por la práctica de buenas obras, sepamos mantenernos siempre fieles a tus mandamientos y lleguemos libres de culpa a las fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com

PUBLICACIONES

 

 

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OFICIO DIVINO LAUDES (Oración de la mañana) Laudes Miércoles IV de Cuaresma IV semana 14 de marzo

OFICIO DIVINO

LAUDES
(Oración de la mañana)

Laudes
Miércoles IV de Cuaresma

IV semana

14 de marzo

 

OREMOS  HOY: POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO,   Por La Paz en  Venezuela

POR Su Cumpleaños A: Fr. 

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”

–Salmo 66–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Se repite la antífona

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Se repite la antífona

Que canten de alegría las naciones,
porque riges al mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Se repite la antífona

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Se repite la antífona

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga, que le teman
hasta los confines del orbe.

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

Ant.  Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”

Himno: TESTIGOS DE LA SANGRE.

Cuando vuelvo hacia tí de mi pecado
iba pensando en confesar sincero
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado;

cuando pobre volvíme a tí humillado,
me ofrecí como inmundo pordiosero;
cuando, temiendo tu mirar severo,
bajé los ojos, me sentí abrazado.

Sentí mis labios por tu amor sellados
y ahogarse entre tus lágrimas divinas
la triste confesión de mis pecados.

Llenóse el alma en luces matutinas,
y, viendo ya mis males perdonados,
quise para mi frente tus espinas. Amén.

SALMODIA

Ant.1 Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.

 Salmo 107 – ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.

Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad cítara y arpa,
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;

mío es Galaad, mío Manasés,
Efraím es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;

Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»

Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.1 Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.

 

Ant. 2 El Señor me ha revestido de justicia y santidad.

Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is. 61, 10- 62, 5

Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona, 
o a una novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes, 
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará justicia 
y los himnos ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee cono antorcha.

Los pueblos verán tu justicia, 
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo 
pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada»; 
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita», 
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti, 
y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia, 
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa, 
la encontrará tu Dios contigo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 El Señor me ha revestido de justicia y santidad.

 

Ant. 3 Alabaré al Señor mientras viva.

Salmo 145 – FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.

Alaba, alma mía, al Señor: 
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes, 
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo, 
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, 
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra, 
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente, 
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos, 
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan, 
el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda 
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente, 
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Alabaré al Señor mientras viva.

LECTURA BREVE Dt 7,6. 8-9

El Señor tu Dios, te eligio para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene sus alianza y su favor, por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos.

 

MaximoConfesorSEGUNDA LECTURA

De las Cartas de san Máximo Cofesor, abad

 

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR PARA CON LOS QUE SE ARREPIENTEN

Los predicadores de la verdad y ministros de la gracia divina, todos los que desde el principio hasta nuestros días, cada uno en su tiempo, nos han dado a conocer la voluntad salvífica de Dios, nos enseñan que nada hay tan grato y querido por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a él con sincero arrepentimiento.

Y, para inculcarnos esto mismo de un modo aún más divino, la divina Palabra del Dios y Padre, aquel que es la primigenia y única revelación de la infinita bondad, con un rebajamiento y condescendencia inefables, se dignó convivir con nosotros, hecho uno de nosotros; e hizo, padeció y enseñó todo aquello que era necesario para que nosotros, que éramos enemigos y extranjeros, que estábamos privados de la vida feliz, fuéramos reconciliados con nuestro Dios y Padre y llamados de nuevo a la vida.

En efecto, no sólo curó nuestras enfermedades con la fuerza de sus milagros, no sólo nos liberó de nuestros muchos y gravísimos pecados, cargando con la debilidad de nuestras pasiones y con el suplicio de la cruz -como si él lo mereciera, cuando en realidad estaba inmune de toda culpa-, con lo que saldó nuestra deuda, sino que nos enseñó también, con abundancia de doctrina, a imitarlo en su benignidad condescendiente y en su perfecta caridad para con todos.

Por esto afirmaba: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Y también: No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Y decía también que él había venido a buscar a la oveja perdida. Y que había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Asimismo, insinúa de una manera velada, con la parábola de la dracma perdida, que él ha venido a restablecer en el hombre la imagen divina, cubierta por el repugnante estiércol de los vicios. Y también: Os aseguro que habrá en el cielo gran alegría por un pecador que se convierta.

Con este fin, a aquel hombre que cayó en manos de los ladrones, que lo desnudaron, lo golpearon y se fueron dejándolo medio muerto, él lo reconfortó, vendándole las heridas, derramando en ellas aceite y vino, haciéndolo montar sobre su propia cabalgadura y acomodándolo en el mesón para que tuvieran cuidado de él, dando para ello una cantidad de dinero y prometiendo al mesonero que, a la vuelta, le pagaría lo que gastase de más.

Nos muestra también la condescendencia del buen padre para con el hijo pródigo que regresa arrepentido, al que abraza, al que devuelve plenamente sus prerrogativas de hijo, sin echarle en cara su conducta anterior.

Por esto mismo, cuando encuentra a la oveja que se había apartado de las otras cien, errante por los montes y colinas, la devuelve al redil, no a golpes y con amenazas ni agotándola de fatiga, sino que, lleno de compasión, la carga sobre sus hombros y la vuelve al grupo de las demás.

Por esto también clamaba: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Y decía: Tomad sobre vosotros mi yugo, dando el nombre de yugo a sus mandamientos, esto es, a una vida ajustada a las enseñanzas evangélicas; y dándoles también el nombre de carga, ya que, por la penitencia, parecen algo pesado y molesto: Porque mi yugo -dice- es suave y mi carga ligera.

Y en otro lugar, queriendo enseñarnos la divina justicia y bondad, nos manda: Sed santos, perfectos, misericordiosos, como vuestro Padre celestial. Y también: Perdonad y seréis perdonados. Y: Cuanto queréis que os hagan los demás, hacédselo igualmente vosotros.

RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.

V .Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

VGloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. “El que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna”, dice el Señor.

Cántico de zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, 
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. “El que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna”, dice el Señor.

PRECES.

Demos gracias a Dios Padre, que por el Espíritu Santo ha derramado su amor en nuestros corazones, y supliquémosle diciendo:

Danos, Señor, tu Espiritu Santo

Concédenos, Señor, el espíritu de fe y de acción de gracias.

para recibir siempre con gozo lo bueno y soportar con paciencia lo adverso.

 

Haz que practiquemos la caridad no sólo en los acontecimientos importantes,

sino también en lo pequeño de nuestra vida de cada día

Ayúdanos a privarnos de lo superfluo,

para compartir lo nuestro con los hermanos necesitados.

Concédenos llevar en nuestros cuerpos la pasión de tu Hijo,

tu que nos has vivificado en su cuerpo.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres

Recitemos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos libre siempre del mal:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Señor Dios, que premias los méritos de los justos y concedes el perdón a los pecadores que se arrepienten y hacen penitencia, escucha benignamente nuestras súplicas y, por la humilde confesión de nuestras culpas, otórganos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com

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OFICIO DIVINO  LAUDES Oración de la mañana Laudes Martes IV de Cuaresma 13 de marzo

 

 

OFICIO DIVINO 

LAUDES
Oración de la mañana

Laudes
Martes IV de Cuaresma

13 de marzo

OREMOS  HOY :  POR LAS INTENSIONES DEL PAPA FRANCISCO, Por Venezuela

OREMOS  HOY POR Su Cumpleaños A:

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”

–Salmo 23–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Se repite la antífona

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

 

Ant Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”

Himno: EDIFICASTE UNA TORRE

Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña.

Y la viña no dió uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.

Edificaste una torre, 
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas

Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos, 
amargas uvas y espinas.

¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita! 
Que mi lagar enrojezca 
cuando tu planta lo pisa,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Para tí es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

– Salmo 100 – PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO

Voy a cantar la bondad y la justicia, 
para ti es mi música, señor,
voy a explicar el camino perfecto. 
¿Cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón 
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos 
en intenciones viles.

Aborrezco al que obra mal, 
no se juntará conmigo; 
lejos de mí el corazón torcido, 
no aprobaré al malvado.

Al que en secreto difama a su prójimo 
lo haré callar, 
ojos engreídos, corazones arrogantes 
no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales, 
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto, 
ése me servirá.

No habitará en mi casa 
quien comete fraudes; 
el que dice mentiras 
no durará en mi presencia.

Cada mañana haré callar 
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor 
a todos los malhechores.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Para tí es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

 

Ant. 2 No nos desampares, Señor, para siempre.

Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO
Dn. 3, 26-27.29, 34-41

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros 
y todas tus obras son verdad, 
y rectos tus caminos, 
justos todos tus juicios.

Hemos pecado y cometido iniquidad 
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre, 
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza, 
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abraham, tu amigo, 
por Isaac, tu siervo, 
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste 
multiplicar su descendencia 
como las estrellas del cielo, 
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño 
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra 
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes, 
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios, 
ni ofrendas, ni incienso; 
ni un sitio donde ofrecerte primicias, 
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito, 
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros 
o una multitud de corderos cebados;

que éste sea hoy nuestro sacrificio, 
y que sea agradable en tu presencia: 
porque los que en ti confía 
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón, 
te respetamos y buscamos tu rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 No nos desampares, Señor, para siempre.

 

Ant. 3 Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

Salmo 143, 1-10 ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

Bendito el señor, mi Roca, 
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo, 
mi escudo y mi refugio, 
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? 
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; 
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende, 
toca los monte, y echarán humo, 
fulmina el rayo y dispérsalos, 
dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba; 
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, 
de las manos de los extranjeros, 
cuya boca dice falsedades, 
cuya diestra jura en falso.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, 
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: 
para ti que das la victoria a los reyes, 
y salvas a David, tu siervo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

LECTURA BREVE Jl 2, 12-13

Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas .

De los Sermones de san León Magno, papa.SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san León Magno, papa.

EXCELENCIA DE LA CARIDAD

 

Dice el Señor en el evangelio de san Juan: En esto conocerán todos que sois discípulos míos, en que tenéis caridad unos con otros; y en la carta del mismo apóstol leemos: Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios; quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

Que cada uno de los fieles se examine, pues, a sí mismo, esforzándose en discernir sus más íntimos afectos; y, si descubre en su conciencia frutos de caridad, tenga por cierto que Dios está en él y procure hacerse más y más capaz de tan grande huésped, perseverando con más generosidad en las obras de misericordia.

Pues, si Dios es amor, no podemos poner límite alguno a la caridad, ya que la Divinidad es infinita.

Así pues, amadísimos, si bien todo tiempo e bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días cuaresmales nos invitan a ello de un modo más apremiante; si deseamos llegar a la Pascua santificados en el alma y en el cuerpo, debemos poner en interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si todas las otras y cubre la multitud de los pecados.

Por esto, ya que nos preparamos para celebrar aquel misterio que excede a todos los demás, en el que la sangre de Jesucristo borró nuestras iniquidades, dispongámonos mediante el sacrificio espiritual de la misericordia, de tal manera que demos de lo que nosotros hemos recibido de la bondad divina, aun a los mismos que nos han ofrecido.

Que nuestra liberalidad para con los pobres y demás necesitados de cualquier clase sena en este tiempo más generosa, a fin de que sean más numerosos los que eleven hacia Dios su acción de gracias, y con nuestros ayunos remediemos el hambre de los indigentes. El acto de piedad más agradable a Dios es precisamente este dispendio en favor de los pobres, ya que en esta solicitud misericordiosa reconoce él la imangen de su propia bondad.

Y no temamos la pobreza que nos pueda resultar de esta nuestra largueza, ya que la misma bondad es una gran riqueza y nunca puede faltarnos con qué dar, pues Cristo mismo es quien da el alimento y quien lo recibe.  En todo este asunto interviene la mano de aquel que al partir el pan lo aumenta y al repartirlo lo multiplica.  que el que dispribuye limosnas lo haga con despreocupación y alegría, ya que, cuanto menos se reserve para sí, mayor será la ganancia que obtendrá, como dice el apóstol san Pablo: Dios, que provee de semilla al sembrador y de pan para su alimento, os dará también a vosotros semilla en abundancia y multiplicará los frutos de vuestra justificación, en Cristo Jesús, nuestro Señor, el cual vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

 

RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El que me curó me dijo: “Toma tu camilla y vete en paz.”

Cántico de zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, 
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que me curó me dijo: “Toma tu camilla y vete en paz.”

 

PRECES.

Demos gracia a Dios, nuestro Padre, que dió a su Hijo unigénito, Palabra hecha carne, para que vivamos de ella, e invoquémoslo, diciendo:

 

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda riqueza.

Concédenos escuchar con más frecuencia tu palabra en este tiempo de cuaresmal,

para que en la gran solemnidad que se avecina nos unamos con mayor fervor a Cristo, nuestra Pascua.

Que tu Espíritu Santo nos asista,

para que seamos testigos de tu verdad y de tu bondad ante los vacilantes y equivocados.

Concédenos vivivr más profundamente el misterio de Cristo,

para que podamos dar testimonio de él con más fuerza y claridad

En este tiempo de penitencia, Señor, renueva y purifica a tu Iglesia,

para que se manifieste con más claridad como signo de salvación.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Señor, que las saludables prácticas de la Cuaresma dispongan los corazones de tus hijos, para que celebren dignamente el misterio pascual y extiendan por todas partes el anuncio de tu salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com

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Laudes Lunes IV de Cuaresma

Laudes
Lunes IV de Cuaresma

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Ojalá escuchéis la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”

–Salmo 23–

Se recita la antífona que corresponda y la asamblea la repite.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Se repite la antífona

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona

Ant Ojalá escuchéis la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”

HIMNO:  CUÁNTAS VECES, SEÑOR, ME HABÉIS LLAMADO

¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado !

Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas atrevido,
al mismo precio que me habéis comprado.

Besos de paz os dí para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
yerran cuando los hallan los esclavos,

hoy vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos a vuestro leño
y tendréisme seguro con tres clavos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

-Salmo 89-  CUÁNTAS VECES, SEÑOR, ME HABÉIS LLAMADO

Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vigilia nocturna.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

Ant. 2 Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

Cántico:  CUÁNTAS VECES, SEÑOR, ME HABÉIS LLAMADO
Is 42, 10-16

Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene, 
las islas y sus habitantes;

alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar,
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las islas.

El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.

«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba y aguantaba;
mas ahora grito como la mujer cuando da a luz,
jadeo y resuello.

Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 2 Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

 

Ant. 3 Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

-Salmo 134-  HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa el Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
–en medio de ti, Egipto–
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

LECTURA BREVE Ex 19, 4-6a

Vosotros habéis visto cómo os saqué sobre alas de águila y os traje hacia mí; ahora pues, si queréis abedecedme y guardad mi alianza, seréis mi especial propiedad entre todos los pueblos, pues mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.

 

SEGUNDA LECTURA



De las Homilías de Orígenes, presbítero, sobre el Levítico
(Homilía 9, 5. 10: PG 12, 515. 523)

 

CRISTO, SUMO SACERDOTE, ES PROPICIACIÓN POR NUESTROS PECADOS

 

Una vez al año, el sumo sacerdote, dejando afuera al pueblo, entraba en el lugar donde se hallaban el propiciatorio, los querubines, el arca de la alianza y el altar de los aromas; lugar donde sólo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar.

Pero fijémonos en nuestro verdadero sumo sacerdote, el Señor Jesucristo. Él, habiendo tomado la naturaleza humana, estaba con el pueblo todo el año, aquel año, a saber, del cual dice él mismo: Me envió a evangelizar a los pobres y a proclamar el año de gracia del Señor. Y, una vez durante este año, el día de la expiación, entró en el santuario, es decir, cuando, cumplida su misión, penetró en los cielos, entró a la presencia del Padre, para hacerle propicio al género humano y para interceder en favor de todos los que creen en él.

El apóstol Juan, conocedor de esta propiciación que nos reconcilia con el Padre, dice: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es propiciación por nuestros pecados.

También Pablo alude a esta propiciación, cuando afirma de Cristo: A quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación, por su propia sangre y mediante la fe. Por lo tanto, el día de nuestra propiciación continúa hasta el fin del mundo.

Dice la palabra de Dios: Pondrá el incienso sobre las brasas delante del Señor, para que el humo del incienso cubra el propiciatorio que está sobre el documento de la alianza, y así él no muera. Después tomará sangre del novillo y rociará con el dedo el lado oriental de la placa o propiciatorio.

Este texto nos recuerda el modo como en el antiguo Testamento se celebraba el rito de la propiciación ante Dios; pero tú que has venido a Cristo, verdadero sumo sacerdote, que con su sangre te hizo a Dios propicio y te reconcilió con el Padre, trasciende con tu mirada la sangre de las antiguas víctimas y considera más bien la sangre de aquel que es la Palabra, escuchando lo que él mismo te dice: Ésta es mi sangre, que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados.

El hecho de rociar el lado oriental tiene también su significado. De oriente nos viene la propiciación, pues de allí procede el varón cuyo nombre es Oriente, el que ha sido constituido mediador entre Dios y los hombres. Ello te invita a que mires siempre hacia oriente, de donde sale para ti el sol de justicia, de donde te nace continuamente la luz, para que no camines nunca en tinieblas, ni te sorprenda en tinieblas aquel día último; para que no se apodere de ti la noche y oscuridad de la ignorancia, sino que vivas siempre en la luz de la sabiduría, en el pleno día de la fe, bajo la luz de la caridad y de la paz.

RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Había un funcionario de la corte que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm; y, habiéndose enterado de que Jesús había vuelto a Galilea, le pidió que bajase a curar a su hijo.

Cántico de zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, 
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visistará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestro pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Había un funcionario de la corte que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm; y, habiéndose enterado de que Jesús había vuelto a Galilea, le pidió que bajase a curar a su hijo.

PRECES.

Alabemos a Dios, nuestro Padre, que nos concede ofrecerle el sacrificio de alabanza cuaresmal, y supliquémosle diciendo:

Ilumínanos, Señor, con tu palabra.

Dios todopoderoso y compasivo, concédenos el espíritu de oración y de penitencia,

y danos un verdadero deseo de amarte a ti y a nuestros hermanos.

Concédenos ser constructores de tu reino, para que todas las cosas tengan a Cristo por cabeza

y abunde la justicia y la paz en toda la tierra.

Haz que sepamos descubrir la bondad y hermosura de tu creación,

para que su belleza se haga alabanza en nuestros labios.

Perdónanos por haber ignorado la presencia de Cristo en los pobres, los sencillos y los marginados,

y por no haber atendido a tu Hijo en estos hermanos nuestros.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
Impulsados por el Espíritu que nos hace clamar: “Padre”, invoquemos a nuestro Dios:

Padre nuestro ………….

ORACIÓN.

Dios nuestro, que renuevas el mundo por medio de sacramentos divinos, haz que tu Iglesia progrese por la celebración de estos sacramentos de vida eterna  y no permitas que le falten nunca los auxilios necesarios para su vida eterna. Por nuestro Señor Jesu-
cristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Fuente: oficiodivino.com

 

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